/ viernes 10 de junio de 2022

Caravanas migrantes y cumbres fallidas

Concluye la Novena Cumbre de las Américas en los Estados Unidos y, como se especuló previo a su inicio, Joe Biden no logró que fuera un éxito. Las ausencias de los mandatarios de Cuba, Nicaragua, México, Bolivia, Honduras, Guatemala, Venezuela y Uruguay suscitaron que algunos medios calificaran a la cumbre como “la sombra del fracaso”. El golpe diplomático fue directo contra la política regional que tanto anunció Biden y que, como muchas de sus promesas de campaña, se la está llevando el viento (o, en este caso, los desaires). Pero, ¿de qué tamaño es el “fracaso” de esta cumbre en materia de migración y qué panorama nos espera? Para responder, sólo basta saber que el número de migrantes que se movilizan en caravanas y que llegan a la frontera con Estados Unidos ha crecido en volúmenes nunca vistos y la tendencia sigue a la alza.

Si bien la migración no era el único tema que se abordaría en la Cumbre de las Américas, sí representaba una inmejorable oportunidad para tomar decisiones consensuadas que ayudarían a lograr una movilización segura, organizada y normalizada, como lo dicta el Pacto Mundial por la Migración firmado en el 2018. No obstante, al no contar con la suma de todas las voluntades del continente el panorama sigue siendo incierto. Por si fuera poco, las problemáticas de los países latinoamericanos se han recrudecido en los últimos años, provocando la expulsión de miles de personas que se movilizan en caravanas buscando encontrar en el “sueño americano” la solución a sus pesadillas. Tan sólo en lo que va del año fiscal, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus siglas en inglés) informó que se han tenido 1 millón 295 mil “encuentros” entre agentes de la patrulla fronteriza y migrantes, lo que representa un aumento del 75% en comparación con el 2021.

Si analizamos a profundidad estos números, podemos ver que la migración en América está sufriendo una “globalización continental”. Me explico: El Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos (DHS por sus siglas en inglés) estima que el 40% de las personas que cruzan la frontera sur provienen de países distintos a México como Guatemala, Honduras y el Salvador. Por su parte, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) reporta que cada vez son más las personas que recorren la “Región del Darién” (la selva que separa a Colombia y Panamá), triplicándose el número en este 2022. Incluso, la Unicef cree que este camino ya es utilizado por migrantes de 50 nacionalidades en su trayecto rumbo a la Unión Americana. Y ni qué decir del éxodo cubano de aproximadamente 80 mil personas de este país que tocan las puertas de las fronteras estadounidenses, según estimaciones de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza.

En otras palabras, la migración en Norteamérica ya no es un tema que lleve la etiqueta Made in México, ahora es un río de ilusiones, temores, éxitos y fracasos que recorre por las principales arterias de nuestro continente para desembocar, en la mayoría de los casos, en Estados Unidos. Ahora mismo, si revisamos los principales noticieros podemos ver que una caravana de aproximadamente 15 mil migrantes pretende cruzar el territorio mexicano para “hacer fila” en Tijuana, Mexicali o Nuevo Laredo. Esta caravana, como muchas otras, se originó para protestar por las políticas migratorias (precisamente esas que no se consiguieron mejorar en la Cumbre de las Américas) y está conformada principalmente por familias y niños de Venezuela, Nicaragua, Cuba, El Salvador y Honduras que solicitan acceso a los trámites migratorios tanto de México como de Estados Unidos.

No sabemos cuál habría sido el resultado de la Cumbre de las Américas si todos los mandatarios hubieran asistido. Tampoco estamos seguros de lo que ocurrirá con esta caravana que ya atravesó Tapachula, Chiapas, y que seguramente pasará por Guanajuato, en donde los atenderemos con el trato humanitario que merecen todos nuestros hermanos. Lo que sí podemos esperar es que, en el mejor de los casos, quienes logren llegar a su objetivo, terminarán siendo migrantes indocumentados. No olvidemos que en su visita a Centroamérica Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos fue muy clara: No vengan. No vengan, dijo desde Guatemala a los migrantes que pretendieran partir rumbo a la Unión Americana. Esta “invitación” hubiera sido el pan de cada día en los tiempos de Donald Trump, pero viniendo de la mano derecha de Biden, nos deja claro por qué su cumbre no pasará a la historia.


Concluye la Novena Cumbre de las Américas en los Estados Unidos y, como se especuló previo a su inicio, Joe Biden no logró que fuera un éxito. Las ausencias de los mandatarios de Cuba, Nicaragua, México, Bolivia, Honduras, Guatemala, Venezuela y Uruguay suscitaron que algunos medios calificaran a la cumbre como “la sombra del fracaso”. El golpe diplomático fue directo contra la política regional que tanto anunció Biden y que, como muchas de sus promesas de campaña, se la está llevando el viento (o, en este caso, los desaires). Pero, ¿de qué tamaño es el “fracaso” de esta cumbre en materia de migración y qué panorama nos espera? Para responder, sólo basta saber que el número de migrantes que se movilizan en caravanas y que llegan a la frontera con Estados Unidos ha crecido en volúmenes nunca vistos y la tendencia sigue a la alza.

Si bien la migración no era el único tema que se abordaría en la Cumbre de las Américas, sí representaba una inmejorable oportunidad para tomar decisiones consensuadas que ayudarían a lograr una movilización segura, organizada y normalizada, como lo dicta el Pacto Mundial por la Migración firmado en el 2018. No obstante, al no contar con la suma de todas las voluntades del continente el panorama sigue siendo incierto. Por si fuera poco, las problemáticas de los países latinoamericanos se han recrudecido en los últimos años, provocando la expulsión de miles de personas que se movilizan en caravanas buscando encontrar en el “sueño americano” la solución a sus pesadillas. Tan sólo en lo que va del año fiscal, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus siglas en inglés) informó que se han tenido 1 millón 295 mil “encuentros” entre agentes de la patrulla fronteriza y migrantes, lo que representa un aumento del 75% en comparación con el 2021.

Si analizamos a profundidad estos números, podemos ver que la migración en América está sufriendo una “globalización continental”. Me explico: El Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos (DHS por sus siglas en inglés) estima que el 40% de las personas que cruzan la frontera sur provienen de países distintos a México como Guatemala, Honduras y el Salvador. Por su parte, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) reporta que cada vez son más las personas que recorren la “Región del Darién” (la selva que separa a Colombia y Panamá), triplicándose el número en este 2022. Incluso, la Unicef cree que este camino ya es utilizado por migrantes de 50 nacionalidades en su trayecto rumbo a la Unión Americana. Y ni qué decir del éxodo cubano de aproximadamente 80 mil personas de este país que tocan las puertas de las fronteras estadounidenses, según estimaciones de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza.

En otras palabras, la migración en Norteamérica ya no es un tema que lleve la etiqueta Made in México, ahora es un río de ilusiones, temores, éxitos y fracasos que recorre por las principales arterias de nuestro continente para desembocar, en la mayoría de los casos, en Estados Unidos. Ahora mismo, si revisamos los principales noticieros podemos ver que una caravana de aproximadamente 15 mil migrantes pretende cruzar el territorio mexicano para “hacer fila” en Tijuana, Mexicali o Nuevo Laredo. Esta caravana, como muchas otras, se originó para protestar por las políticas migratorias (precisamente esas que no se consiguieron mejorar en la Cumbre de las Américas) y está conformada principalmente por familias y niños de Venezuela, Nicaragua, Cuba, El Salvador y Honduras que solicitan acceso a los trámites migratorios tanto de México como de Estados Unidos.

No sabemos cuál habría sido el resultado de la Cumbre de las Américas si todos los mandatarios hubieran asistido. Tampoco estamos seguros de lo que ocurrirá con esta caravana que ya atravesó Tapachula, Chiapas, y que seguramente pasará por Guanajuato, en donde los atenderemos con el trato humanitario que merecen todos nuestros hermanos. Lo que sí podemos esperar es que, en el mejor de los casos, quienes logren llegar a su objetivo, terminarán siendo migrantes indocumentados. No olvidemos que en su visita a Centroamérica Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos fue muy clara: No vengan. No vengan, dijo desde Guatemala a los migrantes que pretendieran partir rumbo a la Unión Americana. Esta “invitación” hubiera sido el pan de cada día en los tiempos de Donald Trump, pero viniendo de la mano derecha de Biden, nos deja claro por qué su cumbre no pasará a la historia.