/ lunes 27 de diciembre de 2021

Economía 4.0 | 2022: la temida recuperación en W

El INEGI ha confirmado la desaceleración de la economía mexicana: el incremento anual de la actividad productiva durante octubre fue de solamente 0.3%, una variación causada por la caída de (-) 3.2% del sector primario y el nulo aumento del sector servicios.

El incremento de 1.6% alcanzado por el sector industrial fue insuficiente para evitar la pérdida de fuerza que exhibe la economía nacional.

Si bien el propio INEGI señaló que en noviembre se presentó una recuperación significativa de las exportaciones, es importante señalar que ello convive con el repunte de las importaciones: el resultado neto sobre el PIB es marginal.

Los enormes flujos del comercio exterior mexicano siguen marcados por la falla estructural del modelo económico: la incapacidad de vincular a las empresas nacionales como proveedoras de los bienes y servicios que requiere el sector exportador que opera en México.

Bajo dicho contexto, el mercado interno se encuentra operando bajo la inercia de los efectos de la crisis del 2020.

La situación extrema se vive en los servicios profesionales, científicos y técnicos: acumula cuatro meses con tasas negativas y la disminución de octubre fue (-) 52%. En septiembre su merma fue de (-) 49.1%.

El gasto de gobierno en servicios no tiene la fuerza suficiente para promover el crecimiento del país. En octubre los servicios vinculados con las actividades legislativas y gubernamentales crecieron 0.2%: por cuarto mes consecutivo no logra superar el 1%, es decir, no repone el crecimiento de la población.

Los servicios financieros únicamente aumentaron 0.7%, reflejando con ello la debilidad de la economía nacional.

El comercio y el transporte se mantienen como el fundamento del desempeño del mercado interno porque sintetizan los intercambios más básicos de la sociedad y el sistema productivo mexicano, sin embargo, no tienen la capacidad para evitar la desaceleración.

Así el cierre del 2021 confirma la convivencia de una economía que pierde fuerza en su actividad productiva al mismo tiempo que se presentan presiones inflacionarias, una realidad que ha provocado la acción del Banco de México: la política monetaria restrictiva ha iniciado un proceso que podría frenar la inversión.

Ante la posibilidad de que no se aprueben los programas de inversión propuestos en Estados Unidos por el presidente Biden, existe la posibilidad de que México no cuente con los benéficos colaterales que se esperaban del motor externo para enfrentar la segunda parte de la era dominada por la presencia del COVID.

Por el contrario, el país tendrá que hacer frente al aumento de los contagios por COVID en Europa y Estados Unidos con un menor número de empresas y restricciones para la inversión productiva.

El primer trimestre del 2022 aún podría presentar tasas positivas de crecimiento económico; el desafío comenzará durante el segundo, cuando la base de comparación, la inercia de desaceleración, la inflación y la política monetaria restrictiva se conjunten para desafiar al desempeño productivo nacional.

A partir de abril México podría contabilizar tasas negativas que confirmen la recuperación en forma de W, ahí se harán patentes las nuevas condiciones estructurales de la economía mexicana, tanto las generadas por la crisis del 2020 como las heredadas por la vigencia de 40 años de un modelo económico que no consolidó las bases productivas que la sociedad requiere.

El INEGI ha confirmado la desaceleración de la economía mexicana: el incremento anual de la actividad productiva durante octubre fue de solamente 0.3%, una variación causada por la caída de (-) 3.2% del sector primario y el nulo aumento del sector servicios.

El incremento de 1.6% alcanzado por el sector industrial fue insuficiente para evitar la pérdida de fuerza que exhibe la economía nacional.

Si bien el propio INEGI señaló que en noviembre se presentó una recuperación significativa de las exportaciones, es importante señalar que ello convive con el repunte de las importaciones: el resultado neto sobre el PIB es marginal.

Los enormes flujos del comercio exterior mexicano siguen marcados por la falla estructural del modelo económico: la incapacidad de vincular a las empresas nacionales como proveedoras de los bienes y servicios que requiere el sector exportador que opera en México.

Bajo dicho contexto, el mercado interno se encuentra operando bajo la inercia de los efectos de la crisis del 2020.

La situación extrema se vive en los servicios profesionales, científicos y técnicos: acumula cuatro meses con tasas negativas y la disminución de octubre fue (-) 52%. En septiembre su merma fue de (-) 49.1%.

El gasto de gobierno en servicios no tiene la fuerza suficiente para promover el crecimiento del país. En octubre los servicios vinculados con las actividades legislativas y gubernamentales crecieron 0.2%: por cuarto mes consecutivo no logra superar el 1%, es decir, no repone el crecimiento de la población.

Los servicios financieros únicamente aumentaron 0.7%, reflejando con ello la debilidad de la economía nacional.

El comercio y el transporte se mantienen como el fundamento del desempeño del mercado interno porque sintetizan los intercambios más básicos de la sociedad y el sistema productivo mexicano, sin embargo, no tienen la capacidad para evitar la desaceleración.

Así el cierre del 2021 confirma la convivencia de una economía que pierde fuerza en su actividad productiva al mismo tiempo que se presentan presiones inflacionarias, una realidad que ha provocado la acción del Banco de México: la política monetaria restrictiva ha iniciado un proceso que podría frenar la inversión.

Ante la posibilidad de que no se aprueben los programas de inversión propuestos en Estados Unidos por el presidente Biden, existe la posibilidad de que México no cuente con los benéficos colaterales que se esperaban del motor externo para enfrentar la segunda parte de la era dominada por la presencia del COVID.

Por el contrario, el país tendrá que hacer frente al aumento de los contagios por COVID en Europa y Estados Unidos con un menor número de empresas y restricciones para la inversión productiva.

El primer trimestre del 2022 aún podría presentar tasas positivas de crecimiento económico; el desafío comenzará durante el segundo, cuando la base de comparación, la inercia de desaceleración, la inflación y la política monetaria restrictiva se conjunten para desafiar al desempeño productivo nacional.

A partir de abril México podría contabilizar tasas negativas que confirmen la recuperación en forma de W, ahí se harán patentes las nuevas condiciones estructurales de la economía mexicana, tanto las generadas por la crisis del 2020 como las heredadas por la vigencia de 40 años de un modelo económico que no consolidó las bases productivas que la sociedad requiere.