/ viernes 23 de julio de 2021

Educación emocional


El currículum en educación básica contempla contenidos que abordan la educación de las emociones, ¿cuál es su importancia?


Tradicionalmente la escuela y el sistema educativo se han ocupado en promover logros académicos así como el desarrollo cognitivo del escolar. Dichos propósitos son congruentes con la demanda de una sociedad y un modelo económico que privilegia el saber sobre el ser.

Ello no significa que la adquisición de saberes sea irrelevante, es importante considerar su importancia en una sociedad del conocimiento. Lo que señalo como motivo de reflexión es la poca o nula atención brindada a la formación de la vida psicoafectiva del educando, a pesar de que autores diversos como Piaget, Freud, Fromm, etc. coinciden en la importancia de la estructura afectiva en el funcionamiento de la personalidad infantil y adulta.

¿Qué razones existen para ésta omisión o demérito? Considero que el modelo educativo en las últimas décadas otorgó particular relevancia a la formación de un carácter acumulativo, como lo refiere E. Fromm.

En ésta articulación del Modelo económico y educativo, se sustenta la motivación superior en el diseño curricular. No podemos aspirar a la formación de un hombre nuevo, con sólida formación humanista, si éste propósito no cuenta con la importancia curricular concedida en su diseño.

La sociedad en la que históricamente transitamos, caracterizada por la competencia feroz de unos y otros, el deseo vehemente por demostrar superioridad y poder, son manifestaciones de un carácter individual y social así condicionado.

En el carácter acumulativo, no caben valores como la empatía, la solidaridad, el diálogo y la conquista de estadios superiores de libertad, todo ello queda cancelado.

Pareciera a la luz de éstas consideraciones que los Modelos Educativos Humanistas son anticuados y obsoletos, ya que no son útiles o rentables en la concepción del hombre-económico.

La confrontación social que vivimos, matizada por violencia, agresión y muerte, nos coloca como especie superior en el mundo a retomar la orientación educativa de la Formación del Ser, de lo cual se deriva, de manera paradójica la urgente necesidad de conceder particular relevancia de educar para la convivencia y paz social.

Muy cuestionable resulta que el hombre como sujeto social, no responda a su definición como ente social, si observamos que no hemos aprendido a convivir motivados por un amor fraterno.

Si consideramos que el fin superior de la educación es promover una Cultura de Paz y Convivencia Social, es impostergable redefinir el propósito toral de la educación privilegiando la formación del carácter humano en oposición al carácter explotador, en donde el cultivo de las emociones y afectos es esencial en la búsqueda y construcción de una sociedad civilizada.

Titular de la Oficina de Enlace de la Secretaría de Educación Pública en el Estado de Gto.

fcozavalaramirez@gmail.com


El currículum en educación básica contempla contenidos que abordan la educación de las emociones, ¿cuál es su importancia?


Tradicionalmente la escuela y el sistema educativo se han ocupado en promover logros académicos así como el desarrollo cognitivo del escolar. Dichos propósitos son congruentes con la demanda de una sociedad y un modelo económico que privilegia el saber sobre el ser.

Ello no significa que la adquisición de saberes sea irrelevante, es importante considerar su importancia en una sociedad del conocimiento. Lo que señalo como motivo de reflexión es la poca o nula atención brindada a la formación de la vida psicoafectiva del educando, a pesar de que autores diversos como Piaget, Freud, Fromm, etc. coinciden en la importancia de la estructura afectiva en el funcionamiento de la personalidad infantil y adulta.

¿Qué razones existen para ésta omisión o demérito? Considero que el modelo educativo en las últimas décadas otorgó particular relevancia a la formación de un carácter acumulativo, como lo refiere E. Fromm.

En ésta articulación del Modelo económico y educativo, se sustenta la motivación superior en el diseño curricular. No podemos aspirar a la formación de un hombre nuevo, con sólida formación humanista, si éste propósito no cuenta con la importancia curricular concedida en su diseño.

La sociedad en la que históricamente transitamos, caracterizada por la competencia feroz de unos y otros, el deseo vehemente por demostrar superioridad y poder, son manifestaciones de un carácter individual y social así condicionado.

En el carácter acumulativo, no caben valores como la empatía, la solidaridad, el diálogo y la conquista de estadios superiores de libertad, todo ello queda cancelado.

Pareciera a la luz de éstas consideraciones que los Modelos Educativos Humanistas son anticuados y obsoletos, ya que no son útiles o rentables en la concepción del hombre-económico.

La confrontación social que vivimos, matizada por violencia, agresión y muerte, nos coloca como especie superior en el mundo a retomar la orientación educativa de la Formación del Ser, de lo cual se deriva, de manera paradójica la urgente necesidad de conceder particular relevancia de educar para la convivencia y paz social.

Muy cuestionable resulta que el hombre como sujeto social, no responda a su definición como ente social, si observamos que no hemos aprendido a convivir motivados por un amor fraterno.

Si consideramos que el fin superior de la educación es promover una Cultura de Paz y Convivencia Social, es impostergable redefinir el propósito toral de la educación privilegiando la formación del carácter humano en oposición al carácter explotador, en donde el cultivo de las emociones y afectos es esencial en la búsqueda y construcción de una sociedad civilizada.

Titular de la Oficina de Enlace de la Secretaría de Educación Pública en el Estado de Gto.

fcozavalaramirez@gmail.com