/ lunes 2 de diciembre de 2019

“Palabras más… palabras menos”

Fracaso. Palabra fuerte, término que es temido y que constantemente se busca evitar en el medio deportivo, ya ni se diga en el deporte más popular del planeta y por obviedad de nuestro país, como lo es el futbol.

Cuando en el balompié se menciona fracaso, no hay duda de que la reacción será a la defensiva y hasta cierto punto puede resultar algo normal, ya que aceptar los errores y quedar en evidencia siempre le será complicado al ser humano y muestra de ello el pasado sábado cuando en la eliminación del León, se le cuestionó a su entrenador Ignacio Ambriz, si consideraba como fracaso el no haber podido arribar de nueva cuenta a una final para disputar el título.

La reacción del “domador”, quizás por la calentura del momento, fue de sobresalto, en un intercambio de palabras, no altisonantes, muy constante con uno de los representantes de los medios de comunicación. Al final, pero únicamente para evadir que le llegarán más cuestionamientos de esa índole, Ambriz aceptó el fracaso, aunque no porque él lo sintiera o percibiera así, sólo para escapar de la autocrítica que también suele ser difícil de encontrar hoy en día en este entorno.

En lo deportivo, ahí quedan los números, los récords y los goles, pero sin los campeonatos la estadística es mera basura. La Fiera tuvo un gran 2019, lo mejor en la Liga MX, pero quedarse a un pasito, tras un torneo de 12 triunfos en fila, liderato y goles al por mayor, y después ser sublíder, con un plantel mucho más completo y ni siquiera igualar lo del primer semestre, eso no hay duda de que debe calificarse como un fracaso.

León quiere ser uno de los grandes del futbol mexicano, entonces como grande habrá que comenzar a evaluarlo. Aceptar el fracaso no es la acabose, aceptar el fracaso no es seguir poniendo el dedo en la llaga, aceptar el fracaso es asumir las responsabilidades, aceptar el fracaso es el punto de quiebre para intentar dar el paso definitivo hacia un objetivo. Hoy, en la institución esmeralda, comenzando desde sus altos mandos, debe existir un ejercicio de autocrítica en un año bueno, pero que sin la corona, sólo terminará por perderse entre tantas páginas que tiene el anecdotario.

Para la siguiente campaña, además de ir a buscar el título que se ha negado, Nacho Ambriz tendrá otro gran reto como estratega verdiblanco y ese es que el equipo no se le caiga en ningún aspecto, que no le pase lo de sus antecesores, los Pizzi, los Tena, los Torrente y los Díaz, quienes comenzaron bastante bien su gestión, pero que luego al paso de los meses sus proyectos se fueron a pique, aunque al parecer, el cáncer que perjudicaba aquellos planteles ha quedado erradicado.


Sus comentarios en @JesseVillalpando


Fracaso. Palabra fuerte, término que es temido y que constantemente se busca evitar en el medio deportivo, ya ni se diga en el deporte más popular del planeta y por obviedad de nuestro país, como lo es el futbol.

Cuando en el balompié se menciona fracaso, no hay duda de que la reacción será a la defensiva y hasta cierto punto puede resultar algo normal, ya que aceptar los errores y quedar en evidencia siempre le será complicado al ser humano y muestra de ello el pasado sábado cuando en la eliminación del León, se le cuestionó a su entrenador Ignacio Ambriz, si consideraba como fracaso el no haber podido arribar de nueva cuenta a una final para disputar el título.

La reacción del “domador”, quizás por la calentura del momento, fue de sobresalto, en un intercambio de palabras, no altisonantes, muy constante con uno de los representantes de los medios de comunicación. Al final, pero únicamente para evadir que le llegarán más cuestionamientos de esa índole, Ambriz aceptó el fracaso, aunque no porque él lo sintiera o percibiera así, sólo para escapar de la autocrítica que también suele ser difícil de encontrar hoy en día en este entorno.

En lo deportivo, ahí quedan los números, los récords y los goles, pero sin los campeonatos la estadística es mera basura. La Fiera tuvo un gran 2019, lo mejor en la Liga MX, pero quedarse a un pasito, tras un torneo de 12 triunfos en fila, liderato y goles al por mayor, y después ser sublíder, con un plantel mucho más completo y ni siquiera igualar lo del primer semestre, eso no hay duda de que debe calificarse como un fracaso.

León quiere ser uno de los grandes del futbol mexicano, entonces como grande habrá que comenzar a evaluarlo. Aceptar el fracaso no es la acabose, aceptar el fracaso no es seguir poniendo el dedo en la llaga, aceptar el fracaso es asumir las responsabilidades, aceptar el fracaso es el punto de quiebre para intentar dar el paso definitivo hacia un objetivo. Hoy, en la institución esmeralda, comenzando desde sus altos mandos, debe existir un ejercicio de autocrítica en un año bueno, pero que sin la corona, sólo terminará por perderse entre tantas páginas que tiene el anecdotario.

Para la siguiente campaña, además de ir a buscar el título que se ha negado, Nacho Ambriz tendrá otro gran reto como estratega verdiblanco y ese es que el equipo no se le caiga en ningún aspecto, que no le pase lo de sus antecesores, los Pizzi, los Tena, los Torrente y los Díaz, quienes comenzaron bastante bien su gestión, pero que luego al paso de los meses sus proyectos se fueron a pique, aunque al parecer, el cáncer que perjudicaba aquellos planteles ha quedado erradicado.


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