Bernardo Fernández, mejor conocido como “BEF”, se define a sí mismo como un “novelista gráfico y no gráfico”, ya que es un personaje que se mueve con soltura en ambos bandos. Parte de su familia estuvo siempre ligada al periodismo, por lo que creció rodeado de libros, periódicos y tiras cómicas.
De hecho, hay una anécdota que lo relaciona con El Sol de México: A los 13 años, cuando se encontraba dibujando sus primeras historietas, su abuelo, que fue cronista taurino en esta misma casa editorial, lo trajo al diario para buscarle una oportunidad en estas páginas:
“Sí… y me entrevistó el director del periódico, que era Óscar Wong, pero me rechazaron. Yo aún era adolescente, y la tira de aventuras no tenía calidad de publicación; lo agradezco, porque viviría con la vergüenza de haber publicado unas cosas horrorosas a esa edad”.
Tuvieron que pasar cinco años más, para que, ya con más destreza en sus trazos e ideas, BEF viera publicada su primera tira en otro diario de circulación nacional:
“Un día me dieron el pitazo de que estaban abriendo una sección en El Universal, exactamente hace 30 años, en 1990... Y necesitaban un caricaturista; yo estaba estudiando diseño en la Ibero, pero ahí fue donde empecé a publicar, en una sección que se llamaba “Universo Joven”… Y donde empecé a cobrar por dibujar”.
LA ERA PREVIA DE LOS FANZINES
“Antes de eso, hice fanzines con mis amigos de la Ibero. Luis Roiz hacía uno WW que se llamaba Hemofilia, con Ernesto Priego; era una fanzine de cómics gore, trash, grind… Y toda la bola a la que nos gustaban los cómics ahí, que éramos una minoría nerd, empezamos a hacer ese y otros fanzines, como Tripología Felina y otro que se llamó Molotov”.
A mediados de los noventa, BEF haría otro fanzine de ciencia ficción, terror y fantasía, llamado Sub, en el que también estaban involucrados personajes como Pepe Rojo y colaboradores como Gerardo Cifuentes, Alberto Chimal, Joselo Rangel (Café Tacvba), entre muchos otros.
“Cuando empecé a hacer Sub, ya tenía una carrera larga como fanzinero, que creo que es donde hay que empezar. Me parece muy educativa la autopublicación, por lo menos al principio de tu carrera; es algo así como grabar tu demo y sacarlo… Los medios autogestivos son educativos para cualquier creador”.
HACER ESCUELA CON COMPLOT
Del grupo que hacía esos fanzines, saldría parte del equipo de la revista Complot, en la que BEF se desempeñó como Director de Arte y con la que corrió varios riesgos creativos que le valieron hasta un premio nacional de periodismo.
“Fue mi primera chamba después de la carrera… Decíamos que Complot era como un fanzine… de lujo. Años después me enteré de que esa revista llegó a un montón de lugares y espacios en los que ese tipo de gráfica y de textos casi no llegaban… Tomábamos riesgos muy irresponsablemente y siempre estábamos en números rojos por eso, pero tengo la satisfacción de que llegó a la gente que debió llegar… Además de que integró a las estrellas ascendentes de la generación anterior a la mía; ahí publicaron todos los que venían del suplemento Sábado, como Fermín, Naief Yehya, Mauricio Bares… En retrospectiva, me da mucha emoción haber sido parte de esa escena y de esos proyectos”.
–¿Cómo fue que te ganaste el premio nacional de periodismo?
–“Fue por diseñar Complot… En ese entonces, todo el diseño editorial en México se remitía a Proceso o Nexos, que eran diseños muy sobrios, mientras que Complot era como una explosión, muy influenciada por esas cosas de David Carson. La historia es muy linda, porque tuvimos un número sobre conspiraciones e invitamos a Mario Méndez Acosta, cuyo abuelo fue quien interceptó el telegrama Zimmerman. Él llevó la revista al Club de Periodistas y gracias a ello entró en su radar y ese año me concedieron el premio de Mejor Diseño Editorial, que es el único premio en diseño que tengo… Yo no soy muy de premios, pero tengo el gusto de haber ganado ese”.
–“El cliente es el peor enemigo del creativo”
–Hablar de diseño editorial ya es como hablar de una vida pasada para mí, a pesar de que desde hace muchos años doy clases en el departamento de diseño en la Ibero… Incluso cuando hay juntas y cuentan de la vida tan sufrida del diseñador, que siempre estás a expensas de la aprobación del cliente. Yo sostengo que el cliente es el peor enemigo del creativo, porque muchas veces su aprobación no es razonada, sino emotiva. Te pueden decir: “Lo quiero en azul, porque el azul es mi color favorito”, y ahí ya no hay nada que alegar. Los diseñadores sufren eso toda la vida, incluso los grandes nombres… Tienes que ser uno de los consagrados para que ya no te cuestionen. Yo les hago la broma y les digo que ahora el cliente soy yo… Pero yo ya no regresaría, tendría que ser en circunstancias muy extremas para que volviera a ser diseñador gráfico”.
–¿La pandemia del Covid-19 ha jugado a tu favor o en contra?
–Ernie Bushmiller, el creador del cómic de Periquita, decía que la vida de un historietista era muy emocionante… de una manera muy aburrida… He escuchado a muchos caricaturistas y prácticamente todos han dicho que su vida no era muy diferente antes de la pandemia. O sea, yo ya estaba aquí sentado, dibujando todo el día… Ya estaba aislado desde antes, pero todo lo de las restricciones sí me afectó muy fuerte… Hubiera querido leer un montón y no leí prácticamente nada en el periodo duro del confinamiento; sí me entró mucha angustia y mucho estrés en ese momento… Lo que me salvó fue que este año me propuse hacer un dibujo diario y subirlo todos los días a mi instagram, que es @beforama. Pero sí, fueron meses muy difíciles y además con la incertidumbre económica… No creo que nadie la haya pasado cachetona.
–¿Los personajes de tus novelas están inspirados en seres reales?
–Sí… Justo acabamos de celebrar el centenario de Ray Bradbury, y él decía que nunca había creado un personaje, que se había puesto a sí mismo en diferentes situaciones; y mis personajes son la combinación de eso. Pero también son como monstruos de Frankenstein, porque están hechos con pedazos de muchas personas… Siempre me preguntan si Andrea Mijangos existe de verdad, o sea, sí existe físicamente, pero su personalidad es la de otra persona… Creo que todos los personajes en general son así, muy pocas veces me he basado en una persona tal cual para hacer uno… más bien un poquito de aquí, otro poco de allá y mucho de mí mismo.
–¿La realidad aún supera a la (ciencia) ficción?
–Mark Twain decía que la diferencia entre la realidad y la ficción es que la ficción tiene que ser coherente y la realidad no… Yo querría haber publicado mucha más ciencia ficción de la que he hecho, porque sólo tengo cuatro libros. En la ciencia ficción cada vez se ha vuelto muy difícil proyectar futuros distantes; el mundo cambia tanto que se vuelve imposible… Antes los cyberpunks decían que escribían 15 minutos en el futuro pero ya no podemos hacerlo. Gerardo Cifuentes dice que ahora escribimos 15 minutos en el pasado, ¡y eso lo decía hace muchos años! Cada vez se ha recortado más ese tiempo, y en la novela policíaca sucede lo mismo: se te ocurre una cosa como muy extrema, un crimen o lo que sea, y cuando abres la prensa, y ahora tristemente la nota roja se ha mudado a la primera plana y ahí queda rebasada tu novela… Es mala idea jugarle carreritas a la realidad desde la creación literaria, desde siempre, pero es un riesgo que hay que correr.
–¿Han malinterpretado tu trabajo?
–Todo el tiempo… Recuerdo que un reseñista acusaba a mis novelas policíacas de misóginas, aunque no fueron concebidas así, pero de repente parecía que colocar a esas mujeres en situaciones muy violentas puede tener una lectura misógina. Me tranquiliza mucho lo que decía el escritor de ciencia ficción Lucius Shepard: “Si tu libro le gusta a todo mundo estás haciendo algo mal”; es importante tener eso en mente…
–¿Y por el contrario, te han interpretado tan fielmente que descubras algo que quizá no habías notado en tu trabajo?
–“Sí, por supuesto. Lecturas que a lo mejor están ahí, colocadas de manera inconsciente. También me ha sucedido y es una agradable sorpresa… O desagradable, si encuentras algo que no te gusta de ti mismo. Lo que sucede ahí es que, una vez que publicas, ya no te pertenece la pieza, la obra, el cómic o la ilustración… Ya es de alguien más, y por eso hay que tener la entereza de dejar ir a tu creación y olvidarte… ¿Se podrá defender sola? ¿Tendrá suficiente fuerza? A lo mejor la despedazan, pero ya no puedes hacer nada…
–¿Qué tan importante es el sentido del humor en tu obra?
–Fundamental… Ibargüengoitia sufría mucho porque se le categorizaba como humorista; una categoría que puede ser muy ambigua y hasta peligrosa. Sin embargo, pienso que aunque el humor no define lo que hago, sí define la actitud con la que lo hago; con excepciones, pero siempre procuro que tenga un gran sentido del humor, a veces muy negro, pero con ese sentido de humor irónico… Me parece que es un instrumento obligatorio para sobrevivir en una sociedad tan retorcida como la nuestra.
–Te lo pregunto porque siento que todos tus personajes están creados de esa manera, y que eso ayuda a que sean bien recibidos.
–Soy muy consciente de que no soy un dibujante prodigioso, lo cual mucho tiempo fue motivo de gran frustración… Me he reconciliado con mis dibujos muy recientemente. Mis dibujos no son guapos pero son simpáticos y eso es quizás a lo que te refieres y lo que proyectan… Hay una gracia ahí, muy de vocación como del dibujo infantil. Sí… Me parece que haces una lectura correcta de mi trabajo en ese sentido.
–¿Y cómo ves a las nuevas generaciones de dibujantes?
–Muy bien… veo un montón de gente muy talentosa. Hubo un tiempo en que parecía que éramos sólo el mismo grupo de cuatro o cinco, que además éramos puros hombres, pero ahora hay una explosión de autores y sobre todo autoras que me parecen interesantes… Ahí está el trabajo Alejandra Gámez, que me encanta su web cómic The mountain with teeth ; Augusto Mora, que ha tenido una carrera sin prisa pero sin pausa en la historieta; Inés Estrada, Aarón Cruz o Idalia Candelas, que está haciendo cosas que me interesan… Y me emociona mucho el éxito en redes de Tania Camacho con Jours de papier . Hay un chico en Mérida que se llama Sergio Neri, que tiene un webcómic que se llama La tuya en vinagre ; una chica que firma con el seudónimo de John Marceline, que también me parece muy interesante su gráfica y su exploración…
–O sea que estamos en un buen momento para la nueva gráfica.
–Yo creo que es un muy buen momento… Somos un país con una gran tradición gráfica y con muchísimo talento. Fabio Zimbres, que es un historietista brasileño me dijo: “Ustedes son como el Japón de Latinoamérica” y es que la riqueza cultural y visual de México es así de profunda.
Por ahora, BEF está terminando otro libro que espera publicar el próximo año, y entre las cosas que nunca ha hecho, pero que le gustaría intentar algún día son proyectos relacionados con la música, de la cual es muy aficionado:
“Me hubiera gustado hacer portadas de discos o carteles de conciertos, pero soy muy mal publirrelacionista… No lo descarto, quizá en el futuro. La música me parece lo más importante que hay en este planeta, después de los niños… La música me parece fundamental y no puedo vivir sin ella, aunque mi hermano me hace la broma de que ya me quedé en el Siglo XX… A veces ya no entiendo o ya estoy fuera de onda, pero sigo siendo curioso y les digo a mis alumnos de la universidad que me recomienden música nueva… Ahora andan oyendo a The 1975, que pues nuevo, nuevo, no es… ¿no? Creo que ya me rebasó, pero sí es una de mis pasiones la música. Ahora decidí meterme más en el jazz y a oír a pura gente muerta".
LOS HÉROES DE BEF
LOS QUE NUNCA CONOCIÓ:
“Abel Quezada es mi caricaturista e historietista mexicano… junto con Germán Butze, que fue el creador de Los Supersabios, ahora casi olvidada pero que en algún momento fue la historia de aventuras más importante de este país. Y por otro lado, mi otro héroe fue un dibujante franco-belga, Yves Chaland, que en los ochentas se revaloró mucho.
Siempre digo que si tuviera que poner algo en mi currículum, pondría que Rius habló bien de mi trabajo
LOS QUE SÍ CONOCIÓ:
“De los que tuve el privilegio no sólo conocerlos, sino de hacer amistad con ellos: Rius, que fue mi cuate hasta que murió, y me prologó un libro… Fui su lector prolijo desde niño, entonces conocerlo fue como que mi héroe se convirtiera en mi amigo… Y eso me pasó también con Helio Flores, que hoy por hoy creo que es el decano de la caricatura en México; un día mi tía Berta me llevó a conocerlo, y él muy generosamente me enseñó su restirador, sus instrumentos, las plumillas con las que dibuja, me regaló un par de libros, y eso me cambió la vida, porque esa tarde salí de su casa convencido de que iba a ser dibujante… Los otros dos casos son Jis y Trino, que además son un parteaguas en el humor en México… y finalmente, Sergio Aragonés, de la revista MAD, con quien tengo una linda amistad, y Sergio Arau que es como la semilla… Para mí ha sido un privilegio conocer a toda esa gente que admiraba de niño, acercarme a ellos en lo profesional y luego en lo personal”.
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