Cientos de estudiantes, sobre todo de secundaria y preparatoria, formaron enormes filas entre el laberinto de editoriales de la Expo Guadalajara, sede de la Feria Internacional del Libro 2022.
Ese fue el público que acudió a escuchar a los reconocidos escritores Emiliano Monge y Florencia Etcheves, quienes, en compañía de Vanessa Foronda, representante de la Organización Internacional para las Migraciones, hablaron sobre el urgente tema de la trata de personas ―a la que ambos calificaron como “la esclavitud moderna”― y la literatura como un escaparate de la realidad.
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Empatía, fundamental para comer con la violencia
Así, tras hablar de sus novelas Las tierras arrasadas (2016) en la que Emiliano Monge abordó los casos de trata en el contexto migratorio en México, y La virgen en tus ojos, en que Etcheves se adentró en una red de tráfico sexual en Argentina, los escritores les dijeron a sus jóvenes escuchas el modo en que la literatura puede ayudar a combatir la trata de personas.
“La literatura nos da la posibilidad de la empatía, un elemento fundamental para romper ciclos de violencia y sociedades de violencia en los que estamos hundidos y que reproducen todas las formas del crimen organizado, entre ellas la trata de personas”, aseguró Emiliano Monge, quien hizo hincapié en la importante, aunque difícil necesidad de ser empáticos no sólo con las víctimas, sino también con los victimarios, quienes en muchas ocasiones se han visto obligados a ejercer la violencia por el sentido de supervivencia o la amenaza de otros grupos.
Mientras que Etcheves, dijo creer plenamente en que la literatura puede ser útil “para alertar a la gente, entre ellos a los más jóvenes”, sobre los contextos de violencia y explotación a los que se pueden enfrentar, entre ellos las redes sociales, las cuales, coincidieron “se han vuelto el gran coto de caza” para los tratantes de personas cuyas víctimas pueden ser de cualquier edad.
Una lamentable realidad global
Los dos autores explicaron parte de los contextos sociales de sus países, México y Argentina, en relación con los problemas puntuales que abordaron en los libros que mencionaron. Emiliano Monge, por ejemplo, dijo que desde el tiempo en que publicó su libro, se ha diversificado el número de nacionalidades de migrantes que buscan cruzar nuestro país, así como los espacios donde son explotados; mientras que Etcheves mencionó que, en el caso de Argentina, las mujeres que caen en las redes de la trata de personas caen principalmente “por el engaño” y son llevadas a las grandes ciudades donde se les obliga a desempeñase como trabajadoras sexuales.
“Estas situaciones son muy similares en todos los países de América Latina y, en realidad, en todos los lugares del planeta donde hay una frontera entre el primer mundo y el tercer mundo. Esto sucede en el sureste asiático, en el Cuerno de África y en el Mediterráneo. Esto sucede por la poca empatía de todos los estados y una guerra por el capital.”, explicó Emiliano Monge.
La sociedad también es responsable
Aunque ambos escritores, cuyas obras literarias partieron de la investigación directa con afectados por las redes de la trata de personas, reconocen que la responsabilidad directa es de aquellos que ejercen la violencia contra los grupos vulnerables, los cuales no podrían operar sin la colusión con funcionarios; ellos admitieron que también las sociedades tenemos parte de responsabilidad, pues hay casos claros en que los mismos ciudadanos son conscientes de redes de trata que ni si quiera denuncian.
“Si los gobiernos son tan poco empáticos es porque también la sociedad que al final de cuentas vota esos gobiernos, de alguna manera, da el visto bueno, salvo asociaciones y movimientos sociales. No es que no podamos ver la esclavitud que está frente a nuestros ojos, preferimos no verla”, aseguró Etcheves.
Al final de la conversación, Monge regresó a la idea de la “posibilidad de la empatía”, que no sólo la da la literatura, “de hecho, lo da toda expresión artística ―el cine, la gastronomía, la pintura, la fotografía, el humor― más aún, cualquier cosa que tenga que ver con la creación.
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“A veces basta hacer una relación que tenemos a mano, pero no hacemos. No sé qué hayan leído, jóvenes, pero estoy casi seguro de que han visto Endgame, de Marvel. Piensen, aunque les parezca absurdo, en el momento en que desaparece la mitad de la población. Recuerden que en la siguiente película, el mundo que se mira es un mundo de gente deprimida, que no encuentra sentido a nada. Eso les está pasando a muchas familias en la realidad y que puede ser su familia o su casa.”, concluyó el escritor.