Estudiante foránea en su ciudad decide mantenerse en casa

Joven de la UNAM, obligada a regresar a León ahora lidia con las clases en línea y el estrés

Rossana Aguilar | El Sol de León

  · lunes 8 de junio de 2020

Fotos: Cortesía | Orianna

León, Gto.- Orianna es foránea en la Ciudad de México. Es de los pocos jóvenes de la provincia del país que aprueban el examen de admisión a la UNAM. La emergencia sanitaria la obligó a regresar a su lugar de origen "mientras pasa esto". Solo que "esto" ya se extendió y desde hace casi tres meses es foránea en su ciudad, encerrada en su casa y batallando con las clases en línea. El desconfinamiento es algo que aún no práctica.

"Yo me siento en confinamiento desde febrero. La pandemia me hizo sentirme de nuevo como hace dos años cuando me la pasaba encerrada en mi casa estudiando, sólo que en ese momento lo hacía para entrar a la universidad. Hoy estudio el semestre en línea de mi carrera que está en otro estado".

Hay un dejo de tristeza en sus palabras. Extraña su facultad, la de Ciencias Políticas y Sociales; extraña esos días de estudiante, cuando con sus amigos comen juntos y se acompañan al metro Universidad para volver a casa, o lo más parecido a una casa para un estudiante foráneo: su cuarto en un edificio del Sur de la CdMx.

Pero antes del coronavirus, la estudiante de Antropología, tuvo otro problema: El paro y toma de las Instalaciones de la Facultad en Ciudad Universitaria.

"Siento que llevo en confinamiento desde entonces; sin poder asistir a clases, me la pasaba encerrada en mi cuarto de alquiler viendo series y comiendo de todo; misa salidas eran al súper, a dar la vuelta a la plaza comercial cercana y al estadio a ver a los Pumas. Era todo; cada día era despertar esperando que liberaran la facultad para retomar clases o iniciarlas", señala y es que solo tuvo dos días de ellas cuando el movimiento feminista se apoderó de las instalaciones de la FCPy S.

LUEGO LA PANDEMIA

A la toma le siguió la PANDEMIA. "Me tuve que regresar a León. Mi familia creyó que esto de coronavirus se pondría muy feo en la Ciudad de México, que no tardaría en cerrar… recuerdo que me reí y hasta me enojé porque me regresaba y creía que mi mamá estaba exagerando... no estaba exagerando…"

Era mediados de marzo y una semana después

"Mi facultad decidió que iniciamos clases en línea. Sin Internet en mi casa tuve que irme a un ciber… las complicaciones eran muchas y entonces mamá tuvo que contratar un servicio… y comprar útiles escolares, pues todo eso se quedó en mi otra casa, la de CdMx… casa, depa, cuarto o como quieras llamarle del que se sigue pagando renta".

"Lo que fue marzo y abril no resentí el confinamiento; es más, creo que ni siquiera pensé que estaba en uno, pues no soy de esas personas que se van a los bares o que sale antros… no tenía tiempo para ver series ya que estaba iniciando el semestre que tendría que acabar en mayo… una locura", se ríe porque después, la UNAM alargó ese semestre hace nueve meses, pues de acuerdo al calendario escolar deberán terminarlo en septiembre.

"El estrés me llevó a un punto en el cual dejé de disfrutar las clases; me presionaba por entender, por hacer tareas; no dormía, creo que como muchos traigo los horarios más horribles para dormir; son las 5 de la mañana y yo sigo despierta o haciendo tarea", lo dice con desesperación la joven de 21 años.

Añade que "necesitaba un espacio para estudiar porque mi laptop estaba en la mesa, en la misma mesa donde comemos y hasta eso me causaba estrés… hay viene otro gasto para mamá. Me compró un escritorio que para que cupiera en mi cuarto había que cambiar mi cama matrimonial por una individual… Sí, un gasto más…"

La estudiante universitaria plática que además la falta de familiaridad de sus profesores con la tecnología y en muchas ocasiones, el rechazo a dar clases en línea "me ocasionó tener dolor de cabeza, dolores de panza, dolor en la garganta, irritabilidad, diarrea… yo juraba que tenía Covid…". No era coronavirus, eran las consecuencias del confinamiento.

Pero no sólo la escuela me tenía mal; yo veía mi redes sociales y mucha gente de aquí que seguía saliendo a las calles como si nada pasara

"Para mí, el desconfinamiento no ha llegado. Sigo encerrada en mi casa por miedo a un contagio. Porque pienso que quedarme confinada es una oportunidad más para poder volver a ver y abrazar a mi abuelo, a mis tíos y amigos; porque quiero volver a esa normalidad de ir a un estadio, de comer en el metro, de salir…".

"Hay días en que pienso en esta nueva normalidad y me pasa algo muy curioso, primero me deprime pensar en que la situación económica de ellos cambió o que alguien perdió a un familiar por esta enfermedad, incluso si algunos se alejan".

Me asusta pensar que los seres humanos dejaremos de ser sociales, pues la nueva normalidad también nos separa

"Ya no podremos saludarnos de beso y abrazo, ni compartir el mismo plato como lo hacíamos los 'estudiahambres".

"Me inquieta darme cuenta que las cosas y hasta las personas cambiaron".

OPORTUNIDAD

Y sin embargo, este momento para Orianna también es una oportunidad por el campo en el que se desarrolla.

"Estudio las ciencias sociales; entonces es maravilloso poder vivir un proceso como este porque; cuando en un libro de texto te lo enseñen vas a poder decir yo lo viví.. es feo lo que está pasando, pero es emocionante para los investigadores todo lo que podamos hacer con esto".

Son las 4 de la mañana, la joven estudiante de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales en la UNAM se dio un tiempo para compartir sus reflexiones, mientras hace tarea y apura los trabajos finales, pues algunos profesores decidieron que el semestre termine a finales de junio o más tardar en julio.

En la nueva normalidad cada quien se pone sus tiempos y condiciones y Orianna decidió que no es momento de desconfinarse aunque anhele comerse un elote de los que venden en el Centro de León, su ciudad, en la que ahora es foránea.