MORELIA. En ocasiones, tú mismo puedes ser tu propio obstáculo para conseguir tus metas y, hasta que no cambies de mentalidad, podrás lograr todo aquello que te propusiste.
Al menos así le pasó al cineasta Enrique M. Rizo, quien, a lo largo de casi cinco años, dudó mucho de uno de sus, ahora, máximos proyectos en la vida, pensó que no podría concretarlo tanto por cuestiones económicas como personales.
Sin embargo, Rizo recapacitó y, en lugar de enfocarse en la parte negativa, se fortaleció de lo positivo, fue así como concretó su debut como director del documental Un lugar llamado música.
“Hay mucho significado en este documental porque yo, como autor, el trabajo que he llevado ha sido de conciencia, al final nunca sabes si lo vas a lograr hasta que lo intentas, no puedes tener ningún tipo de certeza, para mí y parte de las barreras es mucho el trabajo interno, de confianza en uno mismo y no es una confianza que siempre está ahí, hay días horribles, donde no puedes avanzar.
“Más de 10 veces pensé que el trabajo iba a terminar en la basura, que no lo íbamos a lograr porque fueron muchas barreras las que tuvimos que superar en cuatro años y medio”, afirmó Rizo en entrevista con El Sol de México.
Dicen que después de la tormenta, viene la calma y con este producto ya terminado, el cineasta de 38 años reafirmó su compromiso con el medio, su pasión por contar historias y encontró la motivación que necesitaba para seguir desarrollando nuevos proyectos.
“Sí hay un cansancio, estamos terminando esta carrera de resistencia, pero se siente bien, siempre hay algo que te empuja y que hace que no te rindas. Me da gusto saber y haber descubierto que tengo la madera para esto”, expresó.
La idea del documental surgió de su interés por grabar el concierto de Philip Glass que ofreció en Bellas Artes en mayo del 2018. Su objetivo inicial era hacer un homenaje a la vida del compositor de música clásica, pero durante el desarrollo del mismo se percató de una peculiar relación entre el estadounidense y un mexicano de nombre Daniel Medina.
“Cuando empezamos a filmar, interactuamos con Philip y vimos que su atención no estaba en el mundo clásico, ni en la orquesta, ni en el soprano, estaba en este músico que invitó a tocar de la Sierra, Daniel Medina, conocimos incluso a su hijo Erasmo con quien también tocó y nos empezó a intrigar mucho la relación, ¿qué era lo que Philip veía en ellos?
“Nuestro foco estaba más cargado a Philip, al final, de una forma orgánica, no fue rápido ni fácil, pero empezamos a quitar capas de lo que pasaba en Bellas Artes y nos enfocamos en la relación entre ambos, después de unos años, estructurando el documental decidimos darle protagonismo a Daniel y se siente bien porque al final es el lado de nuestra historia y a través de este mexicano y su interacción con la comunidad de músicos le pudimos dar un mejor arco”, expresó.
Uno de los mensajes primordiales de la cinta es que la música rompe fronteras; sin necesidad de hablar el mismo idioma, como en el caso de los protagonistas, se puede entablar una gran amistad, además de compartir un punto de vista similar.
“Es impresionante cómo una unión musical que representa música de dos culturas distintas te puede juntar con alguien, fue muy bonito poder entrevistar a ambos y descubrir que, sin intercambiar ideas lingüísticas, tienen las mismas opiniones de muchas cosas, de la vida, de las relaciones, la música.
“Al final sí remarca la complejidad que la música representa en nosotros como seres y cómo ésta puede convertirse en un espacio, se vuelve un lugar y es uno a donde nosotros podemos ir, sólo es cuestión de enfocarnos, de saber escuchar y entender, tener esa apertura”, sostuvo.
El camino de Rizo siempre estuvo trazado, aunque en ocasiones no hacía caso a su futuro. Comenzó a estudiar una ingeniería en León (Guanajuato), de donde es originario; desertó y viajó a Londres, Inglaterra donde se desenvolvió en la parte técnica de la música. Esos conocimientos lo ayudaron para involucrarse en la parte audiovisual, en edición de sonido y fue como comenzó su camino.
En 2015 estrenó Semana Santa, donde fungió como asistente de director y para 2018 formó parte del equipo de producción de Roma, de Alfonso Cuarón.
“Siempre voy a buscar historias de calidez humana, me gusta mucho el cine que se enfoca en crecimiento personal, me gusta el cine demandante, me gustan los retos, entonces digamos que yo con este primer trabajo de dirección mi intención fue impulsar el género, hice mi investigación de qué tipo de documental de música ya existe y de ahí supe qué es lo que nosotros podemos aportar al género.
“A lo largo de mi carrera me gustaría subirme a ese tren y seguir empujando, esto es el cine, el arte, a través de este tiempo ha sido tan cambiante la industria cinematográfica, a mí me entusiasma la idea de subirme a este tren de autores y seguir empujando el cine, encontrando nuevas fronteras”, aseguró.
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El documental formó parte del Festival Internacional de Cine de Morelia.
Por otro lado, también desarrolla la serie de televisión Monstruos perfectos, en conjunto con Pimienta Films y Endeavour Content, inspirada en la novela homónima de Miguel Ángel Molfino; prevé el estreno para el próximo año.
“Es una historia básicamente de comedia negra con tintes de violencia que explora un choque de historias en Chihuahua en el norte de México, todo a partir de un chavo que encuentra a sus padres muertos en su rancho y decide huir y encontrar su destino, en esta huida se topa con un traficante de armas y él es el que le da la primera tutela en su vida. El niño siente que, por primera vez, es bueno en algo”, dijo Rizo.