CIUDAD DEL VATICANO.- El papa Francisco prefiere renunciar a una considerable fuente de ingresos con tal de no contribuir al daño a la salud causado por el tabaco. Por lo tanto, decidió prohibir la venta de cigarrillos a sus dependientes en la tienda del Vaticano a partir de enero de 2018. La cifra que se pierde, no revelada, equivale a varios millones de euros, fruto del recabado de la venta del tabaco, que para un dependiente del estado pontificio cuesta alrededor del 25% menos respecto al mercado italiano.
Además de los cigarrillos, en el centro comercial de la tienda del Vaticano, cardenales, obispos, sacerdotes, el clero en general, diplomáticos y empleados de la Santa Sede, pueden comprar carne importada, licores nacionales y extranjeros, trajes y vestidos para hombre y mujer, así como numerosos productos alimentarios y para la casa, a un precio muy inferior respecto al registrado en Italia, Y a pocos metros de distancia se encuentra la estación de gasolina donde el carburante se compra a casi la mitad de lo que paga un automovilista en territorio italiano.