/ sábado 10 de junio de 2023

Catedrales y calles de lucha: La historia épica de la Guerra Cristera en León [VIDEO]

Entre las majestuosas paredes de la Catedral Basílica, las calles empedradas de la calle Madero, la iglesia de San Felipe Neri y la iglesia de San Juan de Dios, los cristeros encontraron refugio para luchar contra la opresión del gobierno

En medio de las polvorientas calles de León, Guanajuato, hace casi un siglo, se desató una batalla por la fe que marcó la historia de México. La Guerra Cristera, un feroz conflicto entre los cristeros y el gobierno, convirtió está tranquila ciudad en un escenario donde la valentía y la devoción desafiaron la adversidad.

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Entre las majestuosas paredes de la Catedral Basílica de León, los cristeros encontraron refugio y fortaleza para su lucha. Sus sólidos pilares parecían sostener los sueños de aquellos valientes campesinos y sacerdotes, quienes alzaron sus voces en un grito de resistencia contra las políticas anticlericales del gobierno. La catedral se convirtió en el epicentro de la fe, donde las misas clandestinas y las estrategias para enfrentar al enemigo se tejían en las sombras. Por debajo de la catedral también corren unos túneles que se dice que utilizaron los cristeros para transportarse de iglesia a iglesia sin ser vistos por el enemigo, estos túneles existen hoy en día, pero la mayoría de estos están bloqueados.

Pero no fue solo en la Catedral donde la historia cobró vida. El Templo Expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús, con su arquitectura imponente, se convirtió en un baluarte de esperanza para los cristeros leoneses. Sus altos muros resguardan las esperanzas y los anhelos de aquellos que se negaban a doblegar su fe. En sus pasillos oscuros y en sus rincones secretos, la resistencia se forjaba con fervor.

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En la ahora tan popular calle del centro Francisco I. Madero, mejor conocida como “La Madero” se convirtió en el escenario de violentos enfrentamientos, donde los cristeros alzaron su voz y ondearon su bandera de resistencia. En ese entonces las aceras de La Madero estaban llenas de barricadas, polvo, sangre, casquillos de balas, era la calle más vigilada por el gobierno, prácticamente una zona de guerra a la que nadie podía entrar o salir con alguna representación religiosa debido a que posiblemente terminaría preso o muerto.

La Iglesia de San Felipe Neri, con su arquitectura imponente y su campanario que se alzaba hacia el cielo, se convirtió en un templo de esperanza para los cristeros leoneses. En sus húmedas y sombrías paredes, la fe se abrazaba con fuerza, y los cristeros encontraban consuelo y determinación para enfrentar al enemigo. Cada paso en la iglesia de San Felipe Neri resonaba con el eco de los rezos y los sueños de libertad.

La Iglesia de San Juan de Dios, desempeñó un papel significativo durante la Guerra Cristera. Al igual que otros templos, se convirtió en un refugio para los cristeros y un lugar donde se organizaban actividades clandestinas en defensa de la fe.

En la iglesia de San Juan de Dios, los sacerdotes y feligreses se congregaron para rezar, planificar estrategias de guerra y fortalecer su espíritu en medio del conflicto. Este templo se convirtió en un símbolo de resistencia, donde se buscaba preservar la libertad religiosa y enfrentar las políticas anticlericales del gobierno. La Iglesia de San Juan de Dios tuvo uno de los papeles más importantes como recinto en la Guerra Cristera.

Además de su papel como refugio espiritual, la Iglesia de San Juan de Dios, tuvo una particularidad destacada durante la Guerra Cristera. Se dice que esta iglesia era uno de los puntos clave de una intrincada red de túneles que conectaban diferentes templos de la ciudad.

Estos túneles, conocidos como “túneles cristeros” o “pasadizos secretos”, permitían a los cristeros moverse de manera discreta y segura entre las iglesias, evitando la vigilancia del gobierno y las fuerzas armadas. Se cree que estos pasadizos subterráneos conectaban la Iglesia de San Juan de Dios con otros templos, como la Catedral Basílica y la Iglesia de San Felipe Neri, entre otros. Actualmente los túneles de esta iglesia también se encuentran clausurados al igual que en el resto de las parroquias, la ubicación actual exacta de los túneles de San Juan de Dios se localiza en la parte de atrás de la iglesia, en donde se sitúan las criptas.

Además de los túneles, la iglesia de San Juan de Dios también preserva algunos de los rastros más significativos del conflicto, como los impactos de bala en una de las torres y algunas de las paredes del recinto.

Los protagonistas de esta gesta heroica fueron hombres y mujeres decididos a defender su derecho a creer. El obispo Francisco Orozco y Jiménez, líder espiritual incansable, alzó su voz para denunciar las injusticias y guiar a los cristeros en su lucha. Los sacerdotes Luis Magaña Magaña y Rafael Garza Gutiérrez, figuras valientes y apasionadas, encabezaron a sus feligreses en batallas donde la fe y la valentía eran armas indispensables.

Pero detrás de cada episodio heroico, se escondían las víctimas de la brutalidad y la represión. El padre Miguel Gómez Loza, que encontró la muerte en un amanecer cruel de enero, fue solo uno de los mártires de esta guerra. Las lágrimas y el dolor se esparcieron por las calles de León, y cada nombre se convirtió en un testimonio de sacrificio y convicción.

La Guerra Cristera dejó un legado indeleble en la historia de México. Los cristeros desafiaron al destino, empuñando sus armas con una fe inquebrantable y una determinación inextinguible. En cada templo y en cada corazón, el fuego de la esperanza ardió con una pasión desbordante, recordándonos que, cuando la fe se convierte en una llama incandescente, ningún obstáculo puede apagarla.

En medio de las polvorientas calles de León, Guanajuato, hace casi un siglo, se desató una batalla por la fe que marcó la historia de México. La Guerra Cristera, un feroz conflicto entre los cristeros y el gobierno, convirtió está tranquila ciudad en un escenario donde la valentía y la devoción desafiaron la adversidad.

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Entre las majestuosas paredes de la Catedral Basílica de León, los cristeros encontraron refugio y fortaleza para su lucha. Sus sólidos pilares parecían sostener los sueños de aquellos valientes campesinos y sacerdotes, quienes alzaron sus voces en un grito de resistencia contra las políticas anticlericales del gobierno. La catedral se convirtió en el epicentro de la fe, donde las misas clandestinas y las estrategias para enfrentar al enemigo se tejían en las sombras. Por debajo de la catedral también corren unos túneles que se dice que utilizaron los cristeros para transportarse de iglesia a iglesia sin ser vistos por el enemigo, estos túneles existen hoy en día, pero la mayoría de estos están bloqueados.

Pero no fue solo en la Catedral donde la historia cobró vida. El Templo Expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús, con su arquitectura imponente, se convirtió en un baluarte de esperanza para los cristeros leoneses. Sus altos muros resguardan las esperanzas y los anhelos de aquellos que se negaban a doblegar su fe. En sus pasillos oscuros y en sus rincones secretos, la resistencia se forjaba con fervor.

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En la ahora tan popular calle del centro Francisco I. Madero, mejor conocida como “La Madero” se convirtió en el escenario de violentos enfrentamientos, donde los cristeros alzaron su voz y ondearon su bandera de resistencia. En ese entonces las aceras de La Madero estaban llenas de barricadas, polvo, sangre, casquillos de balas, era la calle más vigilada por el gobierno, prácticamente una zona de guerra a la que nadie podía entrar o salir con alguna representación religiosa debido a que posiblemente terminaría preso o muerto.

La Iglesia de San Felipe Neri, con su arquitectura imponente y su campanario que se alzaba hacia el cielo, se convirtió en un templo de esperanza para los cristeros leoneses. En sus húmedas y sombrías paredes, la fe se abrazaba con fuerza, y los cristeros encontraban consuelo y determinación para enfrentar al enemigo. Cada paso en la iglesia de San Felipe Neri resonaba con el eco de los rezos y los sueños de libertad.

La Iglesia de San Juan de Dios, desempeñó un papel significativo durante la Guerra Cristera. Al igual que otros templos, se convirtió en un refugio para los cristeros y un lugar donde se organizaban actividades clandestinas en defensa de la fe.

En la iglesia de San Juan de Dios, los sacerdotes y feligreses se congregaron para rezar, planificar estrategias de guerra y fortalecer su espíritu en medio del conflicto. Este templo se convirtió en un símbolo de resistencia, donde se buscaba preservar la libertad religiosa y enfrentar las políticas anticlericales del gobierno. La Iglesia de San Juan de Dios tuvo uno de los papeles más importantes como recinto en la Guerra Cristera.

Además de su papel como refugio espiritual, la Iglesia de San Juan de Dios, tuvo una particularidad destacada durante la Guerra Cristera. Se dice que esta iglesia era uno de los puntos clave de una intrincada red de túneles que conectaban diferentes templos de la ciudad.

Estos túneles, conocidos como “túneles cristeros” o “pasadizos secretos”, permitían a los cristeros moverse de manera discreta y segura entre las iglesias, evitando la vigilancia del gobierno y las fuerzas armadas. Se cree que estos pasadizos subterráneos conectaban la Iglesia de San Juan de Dios con otros templos, como la Catedral Basílica y la Iglesia de San Felipe Neri, entre otros. Actualmente los túneles de esta iglesia también se encuentran clausurados al igual que en el resto de las parroquias, la ubicación actual exacta de los túneles de San Juan de Dios se localiza en la parte de atrás de la iglesia, en donde se sitúan las criptas.

Además de los túneles, la iglesia de San Juan de Dios también preserva algunos de los rastros más significativos del conflicto, como los impactos de bala en una de las torres y algunas de las paredes del recinto.

Los protagonistas de esta gesta heroica fueron hombres y mujeres decididos a defender su derecho a creer. El obispo Francisco Orozco y Jiménez, líder espiritual incansable, alzó su voz para denunciar las injusticias y guiar a los cristeros en su lucha. Los sacerdotes Luis Magaña Magaña y Rafael Garza Gutiérrez, figuras valientes y apasionadas, encabezaron a sus feligreses en batallas donde la fe y la valentía eran armas indispensables.

Pero detrás de cada episodio heroico, se escondían las víctimas de la brutalidad y la represión. El padre Miguel Gómez Loza, que encontró la muerte en un amanecer cruel de enero, fue solo uno de los mártires de esta guerra. Las lágrimas y el dolor se esparcieron por las calles de León, y cada nombre se convirtió en un testimonio de sacrificio y convicción.

La Guerra Cristera dejó un legado indeleble en la historia de México. Los cristeros desafiaron al destino, empuñando sus armas con una fe inquebrantable y una determinación inextinguible. En cada templo y en cada corazón, el fuego de la esperanza ardió con una pasión desbordante, recordándonos que, cuando la fe se convierte en una llama incandescente, ningún obstáculo puede apagarla.

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