/ domingo 31 de diciembre de 2023

Misa para conmemorar a “La Sagrada Familia” se celebró en la última eucaristía del año 2023

A unas horas de año nuevo, la última celebración eucarística, fue realizada con el fin de transmitir un mensaje a las familias leonesas

Se llevó a cabo la última misa del año 2023, cientos de personas abarrotaron la misa de las 12 del mediodía, en la Catedral Basílica Metropolitana de Nuestra Madre Santísima de la Luz, fue un mensaje para fomentar la unión, convivencia y responsabilidad familiar, lo que el padre transmitió a los asistentes.

El sacerdote portó una Alba, la cual es un túnica larga y blanca, con detalles dorados, que representan la pureza y la renovación espiritual.

Mensaje del sacerdote para las familias.

“Si papá fuera cómo José y mamá fuera como María, lo que pretendíamos sería que los hijos tuvieran los mismos sentimientos de Cristo, que los hijos fuéramos como Jesús, porque si bien es cierto que Jesús es verdadero Dios, también es cierto que cómo verdadero hombre, Jesús es el resultado de sus padres, ¿Dónde aprendió Jesús a amar con compasión a los leprosos? En el seno del hogar, ¿Dónde aprendió Jesús a servir a sus hermanos con generosidad y desprendimiento? En el seno de su hogar, ¿Dónde aprendió Jesús todos los valores humanamente hablando? Con su padre y con su madre.” Compartió el cura en el sermón.

Además el padre recalcó: “El día de hoy que celebramos a la Sagrada Familia, tenemos la necesidad obligada de pedir por nuestras familias, porque cuando las confrontamos con este ideal necesario, muchas veces se quedan distantes a años luz, muchas veces los padres no son cómo la figura de José, las madres generalmente están lejanas a Dios, muy distantes de parecerse a la santísima Virgen María, muchas veces los hijos, lejos de ser cómo Jesús, se pueden convertir hasta en capataces de sus padres.”

“Necesitamos fortalecer la institución de la familia, triste es que en la realidad hay hermanos que no se quieren ni ver, triste es saber que hay rivalidades y competencia entre hermanos, hermanos que se odian, hermanos que se quitan el habla, hermanos que por falso orgullo, no quieren ceder ninguno de los dos, triste es que las competencias en familia no sean por ser el mejor hijo o el mejor hermano, si no mejor el que más tenga, el que más sea, por eso nos urge que tengamos el claro ejemplo en José en María y en Jesús.” Transmitió el presbítero.

Primera lectura

Gn 15, 1-6; 21, 1-3

En aquel tiempo, el Señor se le apareció a Abram y le dijo: “No temas, Abram. Yo soy tu protector y tu recompensa será muy grande”. Abram le respondió: “Señor, Señor mío, ¿qué me vas a poder dar, puesto que voy a morir sin hijos? Ya que no me has dado descendientes, un criado de mi casa será mi heredero”.

Pero el Señor le dijo: “Ése no será tu heredero, sino uno que saldrá de tus entrañas”. Y haciéndolo salir de la casa, le dijo: “Mira el cielo y cuenta las estrellas, si puedes”. Luego añadió: “Así será tu descendencia”. Abram creyó lo que el Señor le decía y, por esa fe, el Señor lo tuvo por justo.

Poco tiempo después, el Señor tuvo compasión de Sara, como lo había dicho y le cumplió lo que le había prometido. Ella concibió y le dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios había predicho. Abraham le puso por nombre Isaac al hijo que le había nacido de Sara.

Segunda lectura

Hb 11, 8. 11-12. 17-19

Hermanos: Por su fe, Abraham, obediente al llamado de Dios, y sin saber a dónde iba, partió hacia la tierra que habría de recibir como herencia.

Por su fe, Sara, aun siendo estéril y a pesar de su avanzada edad, pudo concebir un hijo, porque creyó que Dios habría de ser fiel a la promesa; y así, de un solo hombre, ya anciano, nació una descendencia, numerosa como las estrellas del cielo e incontable como las arenas del mar.

Por su fe, Abraham, cuando Dios le puso una prueba, se dispuso a sacrificar a Isaac, su hijo único, garantía de la promesa, porque Dios le había dicho: De Isaac nacerá la descendencia que ha de llevar tu nombre. Abraham pensaba, en efecto, que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos; por eso le fue devuelto Isaac, que se convirtió así en un símbolo profético.

Lectura del santo evangelio según san Lucas

Lc 1, 26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.


Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo". Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.

El ángel le dijo: "No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin".

María le dijo entonces al ángel: "¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?" El ángel le contestó: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios". María contestó: "Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho". Y el ángel se retiró de su presencia.







Se llevó a cabo la última misa del año 2023, cientos de personas abarrotaron la misa de las 12 del mediodía, en la Catedral Basílica Metropolitana de Nuestra Madre Santísima de la Luz, fue un mensaje para fomentar la unión, convivencia y responsabilidad familiar, lo que el padre transmitió a los asistentes.

El sacerdote portó una Alba, la cual es un túnica larga y blanca, con detalles dorados, que representan la pureza y la renovación espiritual.

Mensaje del sacerdote para las familias.

“Si papá fuera cómo José y mamá fuera como María, lo que pretendíamos sería que los hijos tuvieran los mismos sentimientos de Cristo, que los hijos fuéramos como Jesús, porque si bien es cierto que Jesús es verdadero Dios, también es cierto que cómo verdadero hombre, Jesús es el resultado de sus padres, ¿Dónde aprendió Jesús a amar con compasión a los leprosos? En el seno del hogar, ¿Dónde aprendió Jesús a servir a sus hermanos con generosidad y desprendimiento? En el seno de su hogar, ¿Dónde aprendió Jesús todos los valores humanamente hablando? Con su padre y con su madre.” Compartió el cura en el sermón.

Además el padre recalcó: “El día de hoy que celebramos a la Sagrada Familia, tenemos la necesidad obligada de pedir por nuestras familias, porque cuando las confrontamos con este ideal necesario, muchas veces se quedan distantes a años luz, muchas veces los padres no son cómo la figura de José, las madres generalmente están lejanas a Dios, muy distantes de parecerse a la santísima Virgen María, muchas veces los hijos, lejos de ser cómo Jesús, se pueden convertir hasta en capataces de sus padres.”

“Necesitamos fortalecer la institución de la familia, triste es que en la realidad hay hermanos que no se quieren ni ver, triste es saber que hay rivalidades y competencia entre hermanos, hermanos que se odian, hermanos que se quitan el habla, hermanos que por falso orgullo, no quieren ceder ninguno de los dos, triste es que las competencias en familia no sean por ser el mejor hijo o el mejor hermano, si no mejor el que más tenga, el que más sea, por eso nos urge que tengamos el claro ejemplo en José en María y en Jesús.” Transmitió el presbítero.

Primera lectura

Gn 15, 1-6; 21, 1-3

En aquel tiempo, el Señor se le apareció a Abram y le dijo: “No temas, Abram. Yo soy tu protector y tu recompensa será muy grande”. Abram le respondió: “Señor, Señor mío, ¿qué me vas a poder dar, puesto que voy a morir sin hijos? Ya que no me has dado descendientes, un criado de mi casa será mi heredero”.

Pero el Señor le dijo: “Ése no será tu heredero, sino uno que saldrá de tus entrañas”. Y haciéndolo salir de la casa, le dijo: “Mira el cielo y cuenta las estrellas, si puedes”. Luego añadió: “Así será tu descendencia”. Abram creyó lo que el Señor le decía y, por esa fe, el Señor lo tuvo por justo.

Poco tiempo después, el Señor tuvo compasión de Sara, como lo había dicho y le cumplió lo que le había prometido. Ella concibió y le dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios había predicho. Abraham le puso por nombre Isaac al hijo que le había nacido de Sara.

Segunda lectura

Hb 11, 8. 11-12. 17-19

Hermanos: Por su fe, Abraham, obediente al llamado de Dios, y sin saber a dónde iba, partió hacia la tierra que habría de recibir como herencia.

Por su fe, Sara, aun siendo estéril y a pesar de su avanzada edad, pudo concebir un hijo, porque creyó que Dios habría de ser fiel a la promesa; y así, de un solo hombre, ya anciano, nació una descendencia, numerosa como las estrellas del cielo e incontable como las arenas del mar.

Por su fe, Abraham, cuando Dios le puso una prueba, se dispuso a sacrificar a Isaac, su hijo único, garantía de la promesa, porque Dios le había dicho: De Isaac nacerá la descendencia que ha de llevar tu nombre. Abraham pensaba, en efecto, que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos; por eso le fue devuelto Isaac, que se convirtió así en un símbolo profético.

Lectura del santo evangelio según san Lucas

Lc 1, 26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.


Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo". Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.

El ángel le dijo: "No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin".

María le dijo entonces al ángel: "¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?" El ángel le contestó: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios". María contestó: "Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho". Y el ángel se retiró de su presencia.







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