Una joven madre de familia murió a causa de un disparo, que recibió en el pecho, cuando intentó conservar el poco dinero que cargaba y que serviría para llevar de cena a sus hijos, en Coacalco, Estado de México.
Los asaltantes que sembraron el terror a bordo de la unidad del transporte público huyeron luego del crimen, dejando una estela de terror, sangre y muerte.
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Fue la joven Samantha, de 26 años de edad, quien salió de trabajar en una negociación de comida en Perinorte, quien cansada de una larga jornada de trabajo abordó la unidad de transporte para dirigirse a su casa como todos los días.
Con ella, como todas las noches, otros usuarios abordaron la unidad cuyo motor ronroneaba, mientras el chófer buscaba cualquier espacio para avanzar en el pesado tráfico de la entidad mexiquense.
Al ser desconocidos nadie hablaba, unos miraban el celular, otros escuchaban música y los más dormitaban antes de llegar a casa, cada uno con sus sueños o sus preocupaciones.
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Por desgracia, ya la suerte estaba echada para ella, porque de pronto subieron a la unidad al menos un par de sujetos, quienes sacaron de entre sus ropas un arma de fuego y como siempre, cobardes ante los desprotegidos usuarios, los amenazaron con matarlos de no entregar celulares, dinero y en algunos casos mochilas o bolsos.
Cuando llegaron con la joven Samantha, al parecer intentó retener sus pertenencias, Esto ocasionó que un desalmado ratero no se tentara el corazón para accionar el gatillo dejando un plomo caliente en el pecho de la chica. Herida de muerte se desplomó sin sentido en el piso de la combi.
Ante el aberrante suceso pidieron al chofer detener la unidad y bajaron para perderse entre las oscuras calles de la colonia San Rafael, en el municipio de Coacalco.
La unidad de transporte quedó parada en la calle Dalia sobre el Eje 8, y mientras se arremolinaban los curiosos, los pasajeros pidieron ayuda al 911.
Aun faltaba una media hora para que Samatha llegara a su hogar, donde la esperaban sus hijos de 9,7 y 2 años de edad, pero esos 30 minutos se hicieron una eternidad, porque mientras llegaban paramédicos a ella se le escapaba la vida.
Cuando fue atendido aún hallaron un soplo de vida por lo que fue llevada a la ambulancia, que con ese lastimero ulular se abrió paso entre los autos para llegar a una clínica cercana.
Por desgracia, mientras los médicos luchaban por estabilizarla su corazón no resistió más y finalmente murió.
Este cobarde crimen ha causado indignación entre los vecinos, porque se suma a otros sangrientos atracos y nadie puede con estas bandas que se han convertido en el terror de usuarios del transporte público.
Al respecto la familia, a través de La Prensa, hace un angustioso llamado a la fiscalía del Estado de México y al gobernador, Alfredo del Mazo, para que sean detenidos los asesinos de Samantha, antes de que cobren otra inocente vida.
