Carlos Navarrete, expresidente nacional del PRD, recién fue entrevistado por Fernando del Collado en el programa “Tragaluz”, de Latinus. Está visible en Youtube. Expuso lo que sabe de Andrés Manuel López Obrador: como dirigente del PRD, antes, y como presidente de la República. Lo conoce muy bien. Trabajaron juntos. Un diagnóstico incluso de su perfil psicológico. Una radiografía de la vida pública de AMLO, en su paso por el PRI, el PRD y ahora Morena. Y lo que le viene.
¿Cómo describe Carlos a su compañero? Enfermo de poder, lo que se agravará al terminar su mandato. Alejado de la realidad. Mentiroso. En aislamiento progresivo. Intolerante. Resentido. Insistió que padece la “enfermedad de hybris” -o Hubris-. ¿En qué consiste? Del griego, hybris, injuria. Es una enfermedad que padecen personas con excesivo poder acumulado, arrogantes. Sea poder político, empresaria, gremial. Se creen superiores a todos. Y se vuelven impulsivos, destructivos. Ensalzan su imagen, se autoglorifican. Creen que personifican nación u organización. Desprecian y critican a los otros. Se consideran un mesías. Creen en la rectitud moral de sus propuestas y no consideran los daños que causan. Piensan que no deben rendir cuentas a nadie, ni ser agradecidos: la historia los absolverá.
Los psicólogos explican que el trastorno narcisista de la personalidad (TNP) es “un patrón de necesidad de admiración, de sentimiento de grandiosidad y de falta de empatía hacia los demás”. Y que el síndrome de Hubris es un subtipo, con al menos cinco de estos criterios: un sentimiento grandioso de importancia de sí mismo; un sentido de derecho al poder, único y especial; se comporta arrogante o prepotente; fantasea con un éxito sin fin; envidioso y resentido; exige excesiva admiración; utiliza a los demás y los desecha sin consideración.
Carlos afirma que AMLO acumuló poder excesivo, cedido con anticipación por Peña Nieto, con pacto de impunidad. Se cree todopoderoso y tener toda la razón. No acepta la realidad (evidencias de apoyo del narco, de corrupción de sus hijos), ni contrapesos. Autoritario, ególatra, mesías de palabra religiosa. Afirmó que todos sus alcaldes, gobernadores, diputados, debían darle a AMLO, mínimo, el 10% de su sueldo. Vio entrega de maletas repletas de efectivo. Hubo aportaciones de origen dudoso (ilegal). Habló del “mito fundacional”, base de sustentación de Obrador: el supuesto “fraude electoral de 2006”. Desde ese año el gobierno de la CDMX paga actividades de AMLO y su partido. En el PRD hubo admiración extrema hacia AMLO, dice. Y éste, utilitarista y malagradecido, los ignoró, sin remordimiento.
Al fin de su sexenio, veremos película de impunidad personal y de los de su entorno. Responsable de muertes, mal manejo del Covid, maicear a puñado de generales (refirió cómo decenas de contratistas les cobran obras en efectivo, sin recibos, ni cheques ni transferencias); dejar sin medicinas, saqueo de hijos y amigos, entre muchos daños. Un país más desigual al que recibió: ganaron más los más ricos, que los pobres. Lo ve amargado, en la sensación de lo que pudo haber sido y no fue. Aspira a mandar transexenalmente, como Elías Calles.
Semanas atrás, Carlos me invitó al presídium de presentación de libro de Graco Ramírez, en evento en Guanajuato. Supe ahí que en 1975 coincidimos con Graco en la Alhóndiga de Granaditas, en marcha con Rafael Galván, líder de la “Tendencia Democrática”, del sindicato electricista. Mi padre, trabajador de CFE, estaba afiliado a esa Tendencia (fue secretario de sección sindical, era el de mayor antigüedad; fue a huelga contra el charrismo sindical de la CTM. Al mismo tiempo, dirigente del PAN en Irapuato). Lo acompañé a esa marcha, dije. Hace dos semanas, Antonio Landín nos entrevistó por radio. Cuestionó a Carlos su aval político a AMLO; le respondió con juicios que reiteró ahora en “Tragaluz”.
En 1988 fuimos diputados federales. En 1997, Carlos presentó el libro “Modelo de Desarrollo Parlamentario”, del que soy coautor, en el Palacio Legislativo de Guanajuato. Y en 2009, la segunda edición, en la sede del Senado. En su casa y en la mía hemos cantado a José Alfredo Jiménez, con amigos bohemios, como Armando Manzanero. En caminos de democracia, justicia, libertad, andaremos.
Analista político
@jalcants