/ lunes 31 de octubre de 2022

Economía 4.0 | Los fantasmas del pasado ¿y del futuro?

La depreciación del peso frente al dólar, el desequilibrio de la balanza comercial y de la cuenta corriente, el endeudamiento público y privado, así como la falta de sostenibilidad de la política fiscal son fantasmas que viven en la mente de los mexicanos desde hace 50 años. Se les considera como causa de todas las recesiones que hemos vivido.

En realidad, son consecuencia de los desequilibrios acumulados durante los años previos a cada crisis que el país ha enfrentado: en esencia sintetizan los resultados de la estrategia de política económica adoptada durante el gobierno en turno.

Una desaceleración o una recesión económica nos recuerdan que los desequilibrios se deben corregir y que el costo de hacerlo en el mediano y largo plazo es mayor que el de realizarlo a tiempo.

Por ello, la economía mexicana deberá ponderar adecuadamente los pendientes que se acumulan y que deberán atenderse durante los próximos 3 años. El futuro llegó.

La evaluación del T-MEC será uno de ellos y es inevitable porque está suscrito en el tratado. En principio sería deseable que los tres países tuvieran una agenda mínima sobre los aspectos estratégicos a considerar, lamentablemente no existe. Dicha situación deja abierta la puerta para que cada nación ponga sobre la mesa lo que considera prioritario para sus intereses y con ello se pierde el sentido de región.

De no resolverse anticipadamente las divergencias en materia energética, laboral, automotriz y sobre el medio ambiente, se acumularán con las presiones geoestratégicas establecidas en el T-MEC: la relación con economías que no son de mercado (China y Rusia) y la triangulación comercial. Estados Unidos presionará.

Bajo dicho contexto, la relocalización de empresas globales en México correrá el riesgo de verse restringida por los desacuerdos. El tiempo corre para apostar por una estrategia de política industrial regional que permita llegar a acuerdos benéficos para todo el T-MEC.

El segundo desequilibrio es el déficit comercial de México: (-) 25.3 mil millones de dólares durante los primeros nueve meses del 2022, la mayor cifra en lustros. La tendencia es que al final del año la cifra rebase los (-) 30 mil millones de dólares y que, en el extremo, alcance los (-) 40 mil millones.

Dicho déficit es insostenible porque implica un mayor endeudamiento, público y privado, de México. Lo único que evita el desequilibrio en la cuenta corriente es la entrada de remesas, algo que depende del mercado laboral de Estados Unidos.

¿Cómo corregir el desequilibrio comercial? La carta a navidad es elevando exportaciones o el fomento a lo Hecho en México. El mecanismo contingente es la depreciación de la moneda y el freno económico: 1995 es un fantasma.

El tercer elemento por considerar es la sostenibilidad de la política fiscal. Desde hace 25 años se conoce que no existe: los ingresos del sector público no bastan para enfrentar la deuda y los pasivos contingentes (por ejemplo, pensiones).

Las proyecciones realizadas en el año 2000 señalaban al 2020 y el 2025 como las fechas límite para encontrar una solución: el próximo gobierno deberá iniciar su gestión con una Reforma Hacendaria para elevar ingresos y tener un uso eficaz del gasto. La tarea no será fácil.

Los tres elementos mencionados constituyen obligaciones ineludibles que el sector público tendrá que enfrentar al mismo tiempo que observa la magnitud y duración de la desaceleración de Estados Unidos. El tiempo corre.

La depreciación del peso frente al dólar, el desequilibrio de la balanza comercial y de la cuenta corriente, el endeudamiento público y privado, así como la falta de sostenibilidad de la política fiscal son fantasmas que viven en la mente de los mexicanos desde hace 50 años. Se les considera como causa de todas las recesiones que hemos vivido.

En realidad, son consecuencia de los desequilibrios acumulados durante los años previos a cada crisis que el país ha enfrentado: en esencia sintetizan los resultados de la estrategia de política económica adoptada durante el gobierno en turno.

Una desaceleración o una recesión económica nos recuerdan que los desequilibrios se deben corregir y que el costo de hacerlo en el mediano y largo plazo es mayor que el de realizarlo a tiempo.

Por ello, la economía mexicana deberá ponderar adecuadamente los pendientes que se acumulan y que deberán atenderse durante los próximos 3 años. El futuro llegó.

La evaluación del T-MEC será uno de ellos y es inevitable porque está suscrito en el tratado. En principio sería deseable que los tres países tuvieran una agenda mínima sobre los aspectos estratégicos a considerar, lamentablemente no existe. Dicha situación deja abierta la puerta para que cada nación ponga sobre la mesa lo que considera prioritario para sus intereses y con ello se pierde el sentido de región.

De no resolverse anticipadamente las divergencias en materia energética, laboral, automotriz y sobre el medio ambiente, se acumularán con las presiones geoestratégicas establecidas en el T-MEC: la relación con economías que no son de mercado (China y Rusia) y la triangulación comercial. Estados Unidos presionará.

Bajo dicho contexto, la relocalización de empresas globales en México correrá el riesgo de verse restringida por los desacuerdos. El tiempo corre para apostar por una estrategia de política industrial regional que permita llegar a acuerdos benéficos para todo el T-MEC.

El segundo desequilibrio es el déficit comercial de México: (-) 25.3 mil millones de dólares durante los primeros nueve meses del 2022, la mayor cifra en lustros. La tendencia es que al final del año la cifra rebase los (-) 30 mil millones de dólares y que, en el extremo, alcance los (-) 40 mil millones.

Dicho déficit es insostenible porque implica un mayor endeudamiento, público y privado, de México. Lo único que evita el desequilibrio en la cuenta corriente es la entrada de remesas, algo que depende del mercado laboral de Estados Unidos.

¿Cómo corregir el desequilibrio comercial? La carta a navidad es elevando exportaciones o el fomento a lo Hecho en México. El mecanismo contingente es la depreciación de la moneda y el freno económico: 1995 es un fantasma.

El tercer elemento por considerar es la sostenibilidad de la política fiscal. Desde hace 25 años se conoce que no existe: los ingresos del sector público no bastan para enfrentar la deuda y los pasivos contingentes (por ejemplo, pensiones).

Las proyecciones realizadas en el año 2000 señalaban al 2020 y el 2025 como las fechas límite para encontrar una solución: el próximo gobierno deberá iniciar su gestión con una Reforma Hacendaria para elevar ingresos y tener un uso eficaz del gasto. La tarea no será fácil.

Los tres elementos mencionados constituyen obligaciones ineludibles que el sector público tendrá que enfrentar al mismo tiempo que observa la magnitud y duración de la desaceleración de Estados Unidos. El tiempo corre.