/ jueves 21 de marzo de 2024

El hijo de Rosa saca puros dieces y ella también estudiará

Los últimos meses he tenido la oportunidad de visitar varias ciudades de los Estados Unidos, ¿y saben de qué he sido testigo? De que los millones de mexicanos que radican en el extranjero están muy al pendiente de lo que ocurre en su tierra y siguen motivando a sus seres queridos para salir adelante. En una visita que hice a la ciudad de Atlanta se me acercó Rosa, una mujer originaria de Michoacán y me comentó: “¿Dr. Juan, sabe qué me dijo mi madre ahora que vino a verme después de quince años de no abrazarnos? Me dijo que mi hijo está muy orgulloso de mí y que saca puros dieces en la escuela para que yo también esté orgullosa de él”. Cuando me lo contó, Rosa sintió que la satisfacción no le cabía en el pecho y, ahora más que nunca, se comprometió a seguir siendo la motivación de su hijo que la espera en su amado Pátzcuaro. Pero, a su vez, Rosa también se hizo una promesa: seguir el ejemplo de su hijo y volver a estudiar.

Rosa sabe que su hijo tiene el corazón para lograr lo que quiera, aunque los tiempos que vivimos actualmente en México son complejos y han provocado un descontento entre la mayoría de la población. Por ejemplo, no podemos ser omisos a la polémica que generaron los contenidos “tendenciosos”, como los definieron especialistas en la materia, de los libros de texto gratuitos. ¡Se trata de la educación de nuestras hijas e hijos la que está en juego! Ésta, y otras circunstancias igual de inconcebibles como la inseguridad, la falta de medicamentos y la inflación, son parte de las ocurrencias con las que tenemos que lidiar a diario en México y a las que se tiene que enfrentar el hijo de Rosa.

Pero esta calamidad es sólo una cara de nuestra realidad como país, también existe, por otra parte, la grandeza de nuestra tierra que vale la pena reconocer. No podemos negar que a México se le voltea a ver como una nación de grandes proporciones en todos los sentidos y con un futuro envidiable. Pero, ¿cómo vemos los propios mexicanos a nuestro país y, más importante aún, cómo lo ven nuestros gobernantes para capitalizarlo? En artículos pasados les he hablado del libro México: La gran nación transnacional, trabajo que pretende dar una visión muy profunda de lo que es nuestro país y de lo que podría llegar a ser, si tomamos en cuenta al gran activo que tenemos y el cual, incluso, se encuentra en gran medida más allá de las fronteras. Hablamos de los migrantes, como Rosa. Xóchitl Gálvez Ruiz escribió el prólogo de este libro y nos dice que es tiempo de ver a nuestros paisanos como parte esencial del nuevo proyecto de país. Por eso, y como lo dice la misma Xóchitl, la esperanza también debe llegar al “estado 33 mexicano”.

Mientras escribo este artículo, planeo las siguientes visitas a la Unión Americana para seguir acercándome a la comunidad migrante y les puedo decir que la euforia de nuestros paisanos es muy contagiosa. Antes de concluir este texto, veo mi celular y Rosa me acaba de enviar un mensaje de Whats App diciéndome que ya se inscribió en una licenciatura que estudiará de manera virtual. “Quiero sacar dieces como mi hijo”, me escribió Rosa en un segundo mensaje. Me dio mucho gusto saberlo, pero más alegría me dio ver la foto que me mandó de su hijo, quien desea, en un día no muy lejano, jugar en el Club América. Estos sueños son tan valiosos para el futuro de nuestro país que vale la pena ir por ellos a donde quiera que estén.


Dr. Juan Hernández

Analista de temas de migración

  • Facebook: @Juan Hernandez
  • Twitter: @JuanHernandezS
  • Instagram: dr.juanhernandez

Los últimos meses he tenido la oportunidad de visitar varias ciudades de los Estados Unidos, ¿y saben de qué he sido testigo? De que los millones de mexicanos que radican en el extranjero están muy al pendiente de lo que ocurre en su tierra y siguen motivando a sus seres queridos para salir adelante. En una visita que hice a la ciudad de Atlanta se me acercó Rosa, una mujer originaria de Michoacán y me comentó: “¿Dr. Juan, sabe qué me dijo mi madre ahora que vino a verme después de quince años de no abrazarnos? Me dijo que mi hijo está muy orgulloso de mí y que saca puros dieces en la escuela para que yo también esté orgullosa de él”. Cuando me lo contó, Rosa sintió que la satisfacción no le cabía en el pecho y, ahora más que nunca, se comprometió a seguir siendo la motivación de su hijo que la espera en su amado Pátzcuaro. Pero, a su vez, Rosa también se hizo una promesa: seguir el ejemplo de su hijo y volver a estudiar.

Rosa sabe que su hijo tiene el corazón para lograr lo que quiera, aunque los tiempos que vivimos actualmente en México son complejos y han provocado un descontento entre la mayoría de la población. Por ejemplo, no podemos ser omisos a la polémica que generaron los contenidos “tendenciosos”, como los definieron especialistas en la materia, de los libros de texto gratuitos. ¡Se trata de la educación de nuestras hijas e hijos la que está en juego! Ésta, y otras circunstancias igual de inconcebibles como la inseguridad, la falta de medicamentos y la inflación, son parte de las ocurrencias con las que tenemos que lidiar a diario en México y a las que se tiene que enfrentar el hijo de Rosa.

Pero esta calamidad es sólo una cara de nuestra realidad como país, también existe, por otra parte, la grandeza de nuestra tierra que vale la pena reconocer. No podemos negar que a México se le voltea a ver como una nación de grandes proporciones en todos los sentidos y con un futuro envidiable. Pero, ¿cómo vemos los propios mexicanos a nuestro país y, más importante aún, cómo lo ven nuestros gobernantes para capitalizarlo? En artículos pasados les he hablado del libro México: La gran nación transnacional, trabajo que pretende dar una visión muy profunda de lo que es nuestro país y de lo que podría llegar a ser, si tomamos en cuenta al gran activo que tenemos y el cual, incluso, se encuentra en gran medida más allá de las fronteras. Hablamos de los migrantes, como Rosa. Xóchitl Gálvez Ruiz escribió el prólogo de este libro y nos dice que es tiempo de ver a nuestros paisanos como parte esencial del nuevo proyecto de país. Por eso, y como lo dice la misma Xóchitl, la esperanza también debe llegar al “estado 33 mexicano”.

Mientras escribo este artículo, planeo las siguientes visitas a la Unión Americana para seguir acercándome a la comunidad migrante y les puedo decir que la euforia de nuestros paisanos es muy contagiosa. Antes de concluir este texto, veo mi celular y Rosa me acaba de enviar un mensaje de Whats App diciéndome que ya se inscribió en una licenciatura que estudiará de manera virtual. “Quiero sacar dieces como mi hijo”, me escribió Rosa en un segundo mensaje. Me dio mucho gusto saberlo, pero más alegría me dio ver la foto que me mandó de su hijo, quien desea, en un día no muy lejano, jugar en el Club América. Estos sueños son tan valiosos para el futuro de nuestro país que vale la pena ir por ellos a donde quiera que estén.


Dr. Juan Hernández

Analista de temas de migración

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  • Instagram: dr.juanhernandez
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