/ sábado 16 de marzo de 2024

Carlos no es un criminal, ayuda a otros a conseguir el sueño americano. Columna: Historias del Estado Número 33. (No. 14)

Cuando apenas era un niño, Carlos aprendió en su natal Jalisco a sembrar y cosechar. Al cumplir quince años de edad, Carlos migró a los Estados Unidos para buscar una mejor calidad de vida y hoy, cuarenta años después, sigue practicando su oficio de agricultor pero ahora sembrando maíz y alfalfa en California.

Carlos, como la mayoría de los migrantes que cruzan la frontera, sufrió de maltratos, discriminación y hasta fue tachado en algunos casos como criminal. Sin embargo, el único pecado de Carlos era ser indocumentado.

Los últimos años Carlos no sólo ha logrado mejorar sus condiciones laborales y económicas, también se ha convertido en un líder migrante que lucha por los derechos de quienes, como él, sólo engrandecen más con su esfuerzo y amor al gran país que es Estados Unidos.

El maltrato y prejuicio contra los migrantes es innegable, incluso, ha servido para catapultar a personajes de la actualidad. ¿Qué llevó a Donald Trump a ser tan popular en el escenario político? Más allá de su “peculiar” forma de desarrollar su carrera empresarial, Trump encontró la llave para su éxito político precisamente en la criminalización de los migrantes.

En el 2015, debutó en su campaña presidencial con un mensaje que sería su constante narrativa hasta el día de hoy: “Cuando México envía a su gente, no nos mandan a los mejores. Nos mandan gente con un montón de problemas, que traen drogas, crimen y son violadores”.

Estas palabras darían vida a un mandato en el que, lamentablemente, este tipo de discursos vinculaban a la migración con la seguridad de Estados Unidos. No obstante, se trata de expresiones que demuestran un nivel de intolerancia y discriminación de personas como Trump que, paradójicamente, tiene en sus venas sangre migrante alemana.

Pero, veamos la otra cara de la moneda. No olvidemos que los migrantes salen de sus lugares de origen por varias causas incluyendo la falta de oportunidades, golpes de estado, catástrofes naturales, violencia y, por su puesto, inseguridad. Y si a eso le sumamos que durante su movilización sufren amenazas y riesgos muy graves (sobre todo las mujeres y los menores de edad), como extorsiones, secuestros y todo tipo de agresiones, los migrantes más que ser una amenaza se convierten en víctimas.

Los especialistas Luis Herrera-Laso y Juan B. Artola, analizan en su ensayo titulado Migración y seguridad: dilemas e interrogantes que esta noción de que el migrante idocumentado por su sola condición de irregularidad se involucra en actividades ilícitas, no tiene soporte documental ni empírico. En cambio, enfatizan que la vulnerabilidad asociada a su condición irregular hace a los migrantes más fácilmente víctimas que victimarios.

Como lo he descrito en artículos anteriores, los migrantes no sólo han demostrado su valor en cuanto a su aporte económico y cultural, también hacen una labor comunitaria muy importante. En contraste a grupos como el Minutemen, asociaciones como la California Human Development, llevan décadas apoyando a trabajadores agrícolas (la mayoría migrantes mexicanos) para ayudar a mujeres a salir de ambientes de violencia y rescatar a pandilleros para integrarlos a la vida laboral.

Esta asociación ayuda a 25 mil personas al año para alcanzar el “sueño americano”, ése que algunos como nuestro “amigo” Trump, se han empecinado en describirlo como una pesadilla. Carlos es parte de asociaciones como la California Human Development, porque si algo sabe hacer nuestro paisano es sembrar con el corazón y cosechar dando la mano a más migrantes como él.


Dr. Juan Hernández

Analista de temas de migración

Facebook: @Juan Hernandez

Twitter: @JuanHernandezS

Instagram: dr.juanhernandez

Cuando apenas era un niño, Carlos aprendió en su natal Jalisco a sembrar y cosechar. Al cumplir quince años de edad, Carlos migró a los Estados Unidos para buscar una mejor calidad de vida y hoy, cuarenta años después, sigue practicando su oficio de agricultor pero ahora sembrando maíz y alfalfa en California.

Carlos, como la mayoría de los migrantes que cruzan la frontera, sufrió de maltratos, discriminación y hasta fue tachado en algunos casos como criminal. Sin embargo, el único pecado de Carlos era ser indocumentado.

Los últimos años Carlos no sólo ha logrado mejorar sus condiciones laborales y económicas, también se ha convertido en un líder migrante que lucha por los derechos de quienes, como él, sólo engrandecen más con su esfuerzo y amor al gran país que es Estados Unidos.

El maltrato y prejuicio contra los migrantes es innegable, incluso, ha servido para catapultar a personajes de la actualidad. ¿Qué llevó a Donald Trump a ser tan popular en el escenario político? Más allá de su “peculiar” forma de desarrollar su carrera empresarial, Trump encontró la llave para su éxito político precisamente en la criminalización de los migrantes.

En el 2015, debutó en su campaña presidencial con un mensaje que sería su constante narrativa hasta el día de hoy: “Cuando México envía a su gente, no nos mandan a los mejores. Nos mandan gente con un montón de problemas, que traen drogas, crimen y son violadores”.

Estas palabras darían vida a un mandato en el que, lamentablemente, este tipo de discursos vinculaban a la migración con la seguridad de Estados Unidos. No obstante, se trata de expresiones que demuestran un nivel de intolerancia y discriminación de personas como Trump que, paradójicamente, tiene en sus venas sangre migrante alemana.

Pero, veamos la otra cara de la moneda. No olvidemos que los migrantes salen de sus lugares de origen por varias causas incluyendo la falta de oportunidades, golpes de estado, catástrofes naturales, violencia y, por su puesto, inseguridad. Y si a eso le sumamos que durante su movilización sufren amenazas y riesgos muy graves (sobre todo las mujeres y los menores de edad), como extorsiones, secuestros y todo tipo de agresiones, los migrantes más que ser una amenaza se convierten en víctimas.

Los especialistas Luis Herrera-Laso y Juan B. Artola, analizan en su ensayo titulado Migración y seguridad: dilemas e interrogantes que esta noción de que el migrante idocumentado por su sola condición de irregularidad se involucra en actividades ilícitas, no tiene soporte documental ni empírico. En cambio, enfatizan que la vulnerabilidad asociada a su condición irregular hace a los migrantes más fácilmente víctimas que victimarios.

Como lo he descrito en artículos anteriores, los migrantes no sólo han demostrado su valor en cuanto a su aporte económico y cultural, también hacen una labor comunitaria muy importante. En contraste a grupos como el Minutemen, asociaciones como la California Human Development, llevan décadas apoyando a trabajadores agrícolas (la mayoría migrantes mexicanos) para ayudar a mujeres a salir de ambientes de violencia y rescatar a pandilleros para integrarlos a la vida laboral.

Esta asociación ayuda a 25 mil personas al año para alcanzar el “sueño americano”, ése que algunos como nuestro “amigo” Trump, se han empecinado en describirlo como una pesadilla. Carlos es parte de asociaciones como la California Human Development, porque si algo sabe hacer nuestro paisano es sembrar con el corazón y cosechar dando la mano a más migrantes como él.


Dr. Juan Hernández

Analista de temas de migración

Facebook: @Juan Hernandez

Twitter: @JuanHernandezS

Instagram: dr.juanhernandez